viernes, 22 de abril de 2011

Tiemblan los poderosos

Al amparo de la oscuridad, en las madrugadas, los poderosos del Palacio Municipal mandan a sus emisarios al campamento de protesta instalado a las puertas de la Universidad de Oriente. Intentan seducir a los manifestantes con invitaciones a comer y platicar con el mandamás en turno.

Los jóvenes, firmes en sus convicciones, rechazan la invitación y replican: el que quiera escucharnos y atender nuestras demandas que venga aquí, a plena luz del día, a compartir nuestra comida en torno al fogón.

Los estudiantes protestan contra lo que consideran injusto y ésta es la gran lección que dan a los mayores, en una sociedad que se distingue por la sumisión ante el poder del dinero y el tráfico de influencias.

Pueden los inconformes estar equivocados en algunas de sus percepciones y demandas, pero los defensores de la libertad de expresión no pueden dejar de admirar el temple que demuestran estos jóvenes al rebelarse contra el poder ejercido, según denuncian, de forma despótica.

Ante esta muestra de valor, tiemblan los poderosos, no sólo los que detentan el poder directamente en la casa de estudios, dos mujeres de cuestionada integridad, sino también los que manejan los destinos del municipio desde sus guaridas.

Tiemblan los poderosos. Algunos por el temor de que descubran su simpatía por el movimiento estudiantil, brindan su apoyo bajo el agua y mandan víveres a los muchachos.

Otros, los que acaparan los negocios más lucrativos en la ciudad, enfurecen ante la desfachatez de unos jovenzuelos que se atreven a desafiar las reglas del juego.

Las represalias ya comenzaron. Un estudiante que trabajaba, como muchos otros, para sostener sus estudios fue despedido hace unos días de uno de los negocios de conocida empresaria, amiga de las dos mujeres que mandan en la Universidad.

El muchacho sigue firme en la protesta porque prefiere luchar por sus ideales que conservar el sueldo mínimo que le pagaban. Necesitamos jóvenes así. Líderes en ciernes capaces de defender sus convicciones, aunque tiemblen los poderosos.- Valladolid, Yuc.

Luis Alberto Luna Cetina (*)
Reportero

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