Los jóvenes, firmes en sus convicciones, rechazan la invitación y replican: el que quiera escucharnos y atender nuestras demandas que venga aquí, a plena luz del día, a compartir nuestra comida en torno al fogón.
Tiemblan los poderosos. Algunos por el temor de que descubran su simpatía por el movimiento estudiantil, brindan su apoyo bajo el agua y mandan víveres a los muchachos.
Otros, los que acaparan los negocios más lucrativos en la ciudad, enfurecen ante la desfachatez de unos jovenzuelos que se atreven a desafiar las reglas del juego.
Las represalias ya comenzaron. Un estudiante que trabajaba, como muchos otros, para sostener sus estudios fue despedido hace unos días de uno de los negocios de conocida empresaria, amiga de las dos mujeres que mandan en la Universidad.
El muchacho sigue firme en la protesta porque prefiere luchar por sus ideales que conservar el sueldo mínimo que le pagaban. Necesitamos jóvenes así. Líderes en ciernes capaces de defender sus convicciones, aunque tiemblen los poderosos.- Valladolid, Yuc.
Luis Alberto Luna Cetina (*)
Reportero
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